Los investigadores descubrieron que
los residuos que se utilizan para los sembrados de hongos, tales como aserrín,
pasto, hojas de plátano, desechos de café, entre otros, se compactan una vez
mezclados con el micelio, semilla que hace que se reproduzcan; además, estos
tienen una cualidad de ensamble que permite generar un elemento similar al
icopor.
El proceso consiste en recaudar los
desechos o unidades que quedan después de la cosecha de los hongos, y luego
hacer “un estandarizado para darles un tamaño homogéneo a todos (equivalente a
1 y 2 kilogramos); esto se lleva a cabo con una prensa hidráulica manual para
minimizar el gasto energético, las emisiones y el consumo de agua”, según
explicó Laura Soto, estudiante de Ingeniería Industrial de la Facultad de
Minas.
Luego de tener el material
seleccionado, se utiliza otra máquina manual para lograr la forma de los
embalajes que optaron por utilizar, entre otros, para vasos, velas, botellas de
vino y otros accesorios de ese estilo; se finaliza con el horneado y
evaporación del producto, que ayuda a eliminar toda la humedad para poder hacer
la distribución final del icopor.
Para la fabricación del material que
emula el icopor tradicional, se sustraen los desechos de cultivos de hongos
comestibles como orellana, ganoderma y shiitake, con el propósito de evitar
contaminación en las personas. Los estudiantes de la UN consiguen este tipo de
insumos a través de productores antioqueños que, generalmente, no le dan un uso
adecuado a los desechos de los cultivos.
La iniciativa de los alumnos es
amigable con el entorno, pues además de reciclar el material de los cultivos de
hongos, este tiene una vida útil entre 6 y 12 meses después de su
procesamiento, sin ninguna complicación ambiental. Al concluirse este ciclo, el
producto se puede botar en un lugar natural y se degrada sin afectar el
medioambiente.
Laura Soto afirmó que el modelo que
impulsan solo se utiliza en Estados Unidos y que, en Colombia, únicamente se
trabaja la generación de plástico biodegradable a partir de sustancias de las
flores. La estudiante dice que esta propuesta se convierte en una estrategia de
bajo costo y biosostenible, pues las ganancias de la producción tienen una
rentabilidad de 0,7% sobre la inversión.
Con el nombre de “Icoplan”, la propuesta
tecnológica ha tenido muy buena recepción por parte del Sena, entidad que ha
apoyado la idea de los seis futuros ingenieros de la Sede Medellín.